Y es que el pasado noviembre fue subastado el esqueleto metálico original de King Kong, utilizado en las escenas finales del film de 1933.
Christie´s de Londres fue la encargada para tal fin, y al final, algún coleccionista la adquirió por la increible cifra de 134000 euros aproximadamente. Seguro la tendrá a buen recaudo en alguna estantería, o en algún oscuro rincón del garaje, para deleite de sus admiradores. Como verán, no estoy en absoluto de acuerdo con esta clase de subastas, pero bueno, así son las cosas.
La figura que se vendió media 55,88 centimetros, y se utilizó para la famosa escalada al Empire State Building en las escenas más impresionantes del film.
Pero entremos un poco más en la elaboración de tan singular y gigantesco personaje.
Merian C. Cooper se puso en contacto con el jefe del departamento técnico de efectos especiales de RKO, Willis O´Brien, a quien pidió ayuda para poder realizar una historia que ya llevaba largo tiempo rondando por su cabeza, y en la que el protagonista era un gorila gigante.
Una vez conseguida la luz verde de Selznick, Cooper encargó la construcción de un modelo para el gorila, que diseñó el citado O'Brian, y el armazón se construyó, siguiendo sus precisas instrucciones, en el taller de miniaturas. Correspondió luego al ayudante de O'Brian, el escultor Marcel Delgado, construir el cuerpo del gorila a base de esponjas y algodón, a los que añadió músculos de goma que pudiesen moverse gracias a las articulaciones de extremidades y cabeza, para finalmente revestirlo todo con una piel de látex líquido.
El cráneo, de aluminio, fue moldeado a partir de un modelo de madera y se juntó al resto del esqueleto, y, para darle mayor expresividad al rostro del simio, se perforaron agujeros en el cráneo de aluminio y se rellenaron de alambres muy delgados, a los que se adhirieron los labios, las cejas y una nariz de goma.
Finalmente, Delgado utilizó pieles de conejo para la piel del gorila, que se suavizó luego a base de glicerina. Aunque en un principio, debido a las restricciones de presupuesto, hubo que trabajar con un solo modelo, finalmente se construyó un segundo modelo, de casi 46 centímetros de altura como el primero, y ambos se utilizaron en la animación para las escenas de la selva en la isla de la Calavera.
Finalmente, para las escenas de Nueva York, Cooper encargó un nuevo modelo algo mayor, y éste es el que se subastó en la capital británica. Si se ha conservado casi intacto ha sido gracias a los esfuerzos de Eugene Hilchey, quien comenzó a buscar artefactos relacionados con el filme en 1949 y que en los años siguientes encabezó un comité creado para coleccionar objetos destinados a un proyecto de museo de Hollywood.
Y para terminar la entrada, he querido reservar lo mejor para el final.
Si creíamos que la moda de hacer parodias de películas era algo relativamente nuevo (o no), estábamos muy equivocados, pues en el mismo año de producción del film en cuestión (1933), ya se realizó un corto de animación con nuestro gigantón gorila de protagonista, y aquí se lo mostramos, para disfrute de ustedes.
1 comentario:
Obra maestra, esta entrada.
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