miércoles, 4 de agosto de 2010

KARLOFF EN EL CASTILLO DEL CUERVO (1ª PARTE)


En mi afán de recuperar material inédito o publicado y de localización casi imposible, les traigo esta vez una entrevista realizada ni más ni menos que al mismísimo Boris Karloff, durante el rodaje de la película el Cuervo.


Esta entrevista fue realizada en 1963, por Ron Haydock, y publicada en Monsters of the Movies, en 1973. Dividida en tres partes, esta entrada está dedicada a todos los “fans” de este monstruo del cine.

El día que fui a los escenarios de El Cuervo, en los estudios de la American-International, en busca de Boris Karloff para una entrevista exclusiva, el lugar era un autentico bullicio de actividad y excitación. Todos se preparaban para filmar nuevas secuencias de esta película de terror en gran escala, que estaba inspirada en pocas líneas de la famosa poesía del mismo título de Edgar Allan Poe, que habla del ominoso cuervo acudiendo una vez más al castillo en una medianoche sombría. Los técnicos, los operadores y el personal de los escenarios estaban todos muy ocupados en la preparación de los vastos interiores del castillo: transportando soportes, colocando en posición las grandes cámaras cinematográficas Mitchell de 35 milímetros, comprobando la iluminación y dando instrucciones a grandes voces a todo el mundo. Aquella tarde de Marzo de 1963, todo el ambiente en aquel lugar era tenso, electrizado, como si todo el mundo se hubiese contagiado del clima de terror de la película que se estaba rodando.
Mientras buscaba a Karloff en medio de aquel torbellino de actividad encontré a algunas de las principales personas relacionadas con la producción de aquella película, El Cuervo. James H. Nicholson y Samuel Z. Aroff, propietarios de la American International Pictures, estaban sosteniendo una animada discusión con Vicent Price cerca del enorme salón principal del castillo; el director, Roger Corman, estaba también cerca, comentando algo referente al guión con Peter Lorre y una secretaria. Hazel Court se estaba maquillando. Los actores, Jack Nicholson y Olive Sturgess se reían de algún chiste que Nicholson acababa de contar. Y Floyd Crosby, el conocido operador que se había encargado del rodaje de la película, estaba subiendo a la gran cámara Mitchell para preparar el enfoque de las siguientes tomas escénicas.
Mientras yo seguía buscando a Karloff, y seguía sin encontrarlo, vi a un grupo de operarios que estaban colocando lo que parecían ser unos bancos en las inmediaciones del escenario del castillo. Sentí curiosidad respecto a aquello y pregunte a Roy Smith, el publicista de los estudios, cuál era la finalidad de lo que se estaba haciendo.

-Esta tarde daremos entrada a un grupo de chiquillos en edad escolar y sus padres –me dijo-. Todos quieren conocer a Boris Karloff y verle trabajar en la película. Por esto preparamos los asientos.

Roy Smith me dijo que los estudios habían sido literalmente bombardeados con llamadas telefónicas y cartas desde que se había sabido en Hollywood que Karloff iba a protagonizar la película El Cuervo, de Edgar Allan Poe. Por entonces, Karloff llevaba seis años fuera de los escenarios de Hollywood, trabajando en otras partes del mundo, aunque regresando periódicamente a Nueva York para filmar presentaciones y despedidas de su programa de televisión titulado Thriller. El enorme éxito de Thriller había, desde luego, aportado al rey de las películas de terror una nueva generación de fans y admiradores, así como la creencia en su maestría como intérprete del cine macabro.


Por fin, en mi continua búsqueda encontré a Karloff sentado en un extremo del gran salón del castillo del Cuervo. Ataviado con una bata de nigromante medieval y un gorro salpicado de cráneos, el más famoso astro de la historia del cine de terror, estaba tranquilamente fumando en pipa y contemplando pensativamente la variada actividad que tenía lugar a su alrededor.


Roy Smith dijo que estaba deleitado por el permiso concedido por Nicholson y Arkoff en lo referente a la visita a los escenarios y que sería una satisfacción para él hablar con todos los que pudiera.

Karloff siempre tenía tiempo para sus “fans”.

1 comentario:

Marcos Callau dijo...

Esto le honra al gran Karloff, sin duda. Deseando conocer la segunda parte estoy.